UNA LECTURA PARA REFLEXIONAR
EL ECO DE LA VIDA
Un niño paseaba con su padre por la montaña. El niño se cayó
y se golpeó. Entonces gritó:
- ¡Ayyyy!
De pronto, oyó una voz lejana que repetía su grito:
- Ayyyy... ayyyyy...
Algo asustado, preguntó:
- ¿Quién anda ahí?
Y de nuevo la voz le contestó:
- ¿Quién anda ahí... ahí... ahí?
El niño, molesto por comprobar que repetían lo que decía, gritó:
- Cobarde.
Entonces la voz le contestó:
- ¡Cobardeeeee!
El niño miró a su padre con cara de asombro y le preguntó:
- ¿Papá, qué pasa?
Y su padre le contestó sonriendo:
- No es nada, mira, voy a gritar yo, a ver qué pasa:
- ¡Te admiro!
Y entonces la voz respondió:
- Te admirooooo...
El padre del pequeño volvió a decir:
- ¡Te quiero!
Y la voz esta vez dijo:
- Te quieroooo...
El padre le explicó a su hijo:
- Este es el eco. Repite todo lo que dices. Pero en realidad es la vida. La vida te devuelve todo lo que le das. Si tratas a los demás con bondad, recibirás bondad. Si los insultas, recibirás insultos. Así que ya sabes lo que debes hacer: si quieres que haya felicidad en ti, preocúpate de hacer a los demás felices. Si quieres que haya amor, ofrece amor.
Y ambos, padre e hijo, siguieron andando por la montaña.
- ¡Ayyyy!
De pronto, oyó una voz lejana que repetía su grito:
- Ayyyy... ayyyyy...
Algo asustado, preguntó:
- ¿Quién anda ahí?
Y de nuevo la voz le contestó:
- ¿Quién anda ahí... ahí... ahí?
El niño, molesto por comprobar que repetían lo que decía, gritó:
- Cobarde.
Entonces la voz le contestó:
- ¡Cobardeeeee!
El niño miró a su padre con cara de asombro y le preguntó:
- ¿Papá, qué pasa?
Y su padre le contestó sonriendo:
- No es nada, mira, voy a gritar yo, a ver qué pasa:
- ¡Te admiro!
Y entonces la voz respondió:
- Te admirooooo...
El padre del pequeño volvió a decir:
- ¡Te quiero!
Y la voz esta vez dijo:
- Te quieroooo...
El padre le explicó a su hijo:
- Este es el eco. Repite todo lo que dices. Pero en realidad es la vida. La vida te devuelve todo lo que le das. Si tratas a los demás con bondad, recibirás bondad. Si los insultas, recibirás insultos. Así que ya sabes lo que debes hacer: si quieres que haya felicidad en ti, preocúpate de hacer a los demás felices. Si quieres que haya amor, ofrece amor.
Y ambos, padre e hijo, siguieron andando por la montaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario